Manuel Belgrano

En esta oportunidad se presenta la Biografía y características del prócer Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano (Buenos Aires, Virreinato del Perú, Imperio español, 3 de junio de 1770-ibidem, Provincias Unidas del Río de la Plata, 20 de junio de 1820) fue un abogado, economista, periodista, político, diplomático y militar rioplatense de destacada actuación en la actual Argentina, el Paraguay y el Alto Perú durante las dos primeras décadas del siglo xix.
Participó en la defensa de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, en las dos Invasiones Inglesas —1806 y 1807— y promovió la emancipación de Hispanoamérica respecto de España en apoyo a las aspiraciones de la princesa Carlota Joaquina en la región, aunque sin éxito.

Fue uno de los principales patriotas que impulsaron la Revolución de Mayo, por la cual se destituyó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, y fue vocal de la Primera Junta de gobierno que lo reemplazó.
Luchó en la guerra de Independencia de la Argentina contra los ejércitos realistas. Fue el jefe de la expedición militar que la junta de Buenos Aires envió al Paraguay que finalizó cuando celebró el Tratado confederal entre las juntas de Asunción y Buenos Aires, en 1811. Fue jefe de una de las Expediciones Libertadoras a la Banda Oriental.
En 1812 creó la bandera de Argentina en la actual ciudad de Rosario.
Como general del Ejército del Norte, dirigió el Éxodo Jujeño, comandó las victorias de los revolucionarios en la batalla de Tucumán y en la de Salta y tuvo a su cargo la Segunda Campaña Auxiliadora al Alto Perú, durante la cual fue dos veces derrotado por los realistas.
Durante el Directorio tuvo gran influencia en el Congreso de Tucumán que declaró la Independencia de las Provincias Unidas en Sud América, en 1816, proyectó en vano el establecimiento de una monarquía constitucional dirigida por un noble Inca. Comandó las tropas nacionales que participaron en la guerra civil contra los caudillos del litoral.
La educación del pueblo fue una de sus preocupaciones: para ello elaboró durante su estadía en España un plan de acción con avanzadas ideas.


Escudo de armas de la familia Belgrano.

La casa de Manuel Belgrano, demolida a inicios del siglo XX.
Manuel Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770, en la casa paterna, actual avenida Belgrano n.º 430, a metros del Convento de Santo Domingo, y fue bautizado por el sacerdote Juan Baltasar Maciel y Lacoizqueta2​ en la Basílica Nuestra Señora de la Merced al día siguiente.3​
La madre de Manuel Belgrano era María Josefa González Casero, nacida en la ciudad de Buenos Aires, de familia procedente de Santiago del Estero4​ y, según el genealogista Narciso Binayán Carmona, era descendiente del conquistador, explorador y colonizador español Domingo Martínez de Irala (1509-1556); sus antepasados tenían un remoto origen mestizo guaraní, que compartía con muchos próceres de la época de la Independencia y con grandes personajes paraguayos y argentinos.5​
Su padre, Domenico Belgrano Peri, o bien Domingo Belgrano y Pérez, tal como firmaba, era de origen italiano,7​ oriundo de Oneglia, en Liguria. Era un comerciante autorizado por el rey de España para trasladarse a América y había llegado a Buenos Aires hacia 17538​. Figuró entre los comerciantes opulentos que se empeñaron en lograr el establecimiento del Consulado de Buenos Aires, del cual Manuel iba a ser su Secretario; el hecho de que su familia tuviera como jefe a un ligur hizo que la familia Belgrano a diferencia de las típicas familias de origen español de su tiempo estuviera exenta de un fuerte patriarcado sino que los Belgrano poseyeran más libertad de acción, y esto posibilitó una mayor amplitud de actividades y de criterios que tuvo su máximo exponente en Manuel Belgrano.9​ Pero en 1788 Domingo se vio envuelto en un proceso judicial por considerárselo cómplice en la quiebra de un funcionario real de la Aduana. El virrey Loreto ordenó su prisión y el secuestro de todos sus bienes. Hubo un muy largo proceso judicial que Manuel se ocupó de seguir atentamente para poder ayudar a su padre. Finalmente, en enero de 1794, siendo ya virrey Arredondo, una sentencia le restituyó la plena libertad de sus derechos y el goce de sus bienes, absolviéndolo de culpa y cargo, pero la fortuna familiar quedó fuertemente mermada y falleció en septiembre de 1795, justo al poco tiempo de que su hijo Manuel regresara de España.10​
Tuvo quince hermanos —dos de ellos sacerdotes— entre los cuales se destacaron como patriotas Francisco, Joaquín y Miguel Belgrano.
Estadía en Europa
Estudió primeramente en el Real Colegio de San Carlos (antecedente del actual Colegio Nacional de Buenos Aires). Entre 1786 y 1793 estudió Derecho en las universidades españolas de Salamanca y Valladolid, donde se graduó como Bachiller en Leyes, con medalla de oro, a los 18 años de edad en la Chancillería de Valladolid, dedicando especial atención a la economía política. Por tal motivo, fue el primer presidente de la Academia de Práctica Forense y Economía Política en Salamanca.
Durante su estadía alcanzó un éxito destacable y prestigio que le permitió obtener del papa Pío VI una autorización para leer toda clase de literatura prohibida. Dicha concesión se le otorgó «... en la forma más amplia para que pudiese leer todo género de libros condenados aunque fuesen heréticos»,11​ con la única excepción de las obras obscenas. De esta manera tuvo acceso a los libros de Montesquieu, Jean-Jacques Rousseau y Filangieri; así como pudo imbuirse de las tesis fisiocráticas de François Quesnay. También leyó a los escritores españoles de tendencia ilustrada, como Gaspar Melchor de Jovellanos y Pedro Rodríguez de Campomanes
La Revolución francesa fue un importante tema de discusión en Europa durante la permanencia de Manuel Belgrano.
Belgrano se rodeó de la élite intelectual de España, y por aquel entonces se discutía sobremanera la reciente Revolución francesa. Los cuestionamientos al derecho divino de los reyes, los principios de igualdad, fraternidad y libertad, y la aplicación universal de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano estaban en boca de todos. En esos círculos se consideraba imperioso refundar la nación bajo principios similares, y quienes no estaban de acuerdo eran tachados de tiranos y partidarios de ideas antiguas y desprestigiadas.11​ Años más tarde escribiría en su autobiografía:
Como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de Francia hiciese también la variación de ideas y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuere donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aún las mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente.1
Juan José Castelli, primo de Manuel Belgrano, ambos compartieron las labores en el Consulado de Buenos Aires y en el periodismo.
Durante su gestión estuvo casi en permanente conflicto con los vocales del Consulado, todos ellos grandes comerciantes con intereses en el comercio monopólico con Cádiz. Año tras año presentó informes con propuestas influenciadas por el librecambismo que, en general, fueron rechazadas por los vocales. Belgrano sostenía por entonces que «El comerciante debe tener libertad para comprar donde más le acomode, y es natural que lo haga donde se le proporcione el género más barato para poder reportar más utilidad».
De todos modos obtuvo algunos logros importantes, como la fundación de la Escuela de Náutica y la Academia de Geometría y Dibujo. Belgrano, a través del Consulado, también abogó por la creación de la Escuela de Comercio y la de Arquitectura y Perspectiva. Su motivación para fundar la escuela de comercio radicaba en que consideraba que la formación era necesaria para que los comerciantes obraran en función del crecimiento de la patria. Con las escuelas de Dibujo y Náutica se pretendía fomentar en los jóvenes el ejercicio de una profesión honrosa y lucrativa. Estas últimas funcionaban en un mismo local, contiguo al consulado, de forma que Belgrano pudiese observar e inspeccionar su desenvolvimiento. Estas escuelas operaron durante tres años y fueron cerradas en 1803 por orden de la corona española —en particular del ministro Manuel Godoy— que las consideraba un lujo innecesario para una colonia. Belgrano opinaba que el impulso educativo «no podía menos que disgustar a los que fundaban su interés en la ignorancia y el abatimiento de sus naturales».


Las Invasiones Inglesas


Belgrano fue designado capitán de las milicias urbanas de Buenos Aires en 1797 por el virrey Pedro de Melo. Trabajaba por entonces en el Consulado y no tenía un interés genuino en desarrollar ninguna carrera militar. En su autobiografía declaró lo siguiente:
Si el virrey Melo me confirió el despacho de capitán de milicias urbanas de la capital, más bien lo recibí para tener un vestido más que ponerme, que para tomar conocimientos en semejante carrera.12​
El virrey Sobremonte le encargó la formación de una milicia en previsión de algún ataque inglés, pero no tomó el encargo muy en serio. Esto lo llevó a su primera participación en un conflicto armado, cuando el 25 de junio de 1806 desembarcó una expedición de 1600 soldados ingleses al mando de William Carr Beresford, lo cual inició las Invasiones Inglesas. Belgrano marchó al fuerte de Buenos Aires apenas escuchó la alarma general, donde reunió a numerosos hombres para enfrentar la invasión. Sin conocimientos de milicia, marcharon desordenadamente hacia el Riachuelo. Tras un único cañonazo inglés, debió obedecer las indicaciones de su jefe de mando y ordenar la retirada. Más tarde escribiría: «Nunca sentí más haber ignorado hasta los rudimentos de la milicia». Tras tomar la ciudad, los ingleses exigieron a todas las autoridades que prestaran juramento de lealtad. El Consulado en pleno accedió a la demanda inglesa, exceptuando a Belgrano que sostuvo que «Queremos al antiguo amo, o a ninguno». Se exilió de Buenos Aires y buscó refugio en la capilla de Mercedes, en la Banda Oriental​
Los ingleses fueron expulsados por una expedición organizada por Santiago de Liniers, aunque se esperaba que éstos intentarían atacar nuevamente la ciudad. Belgrano regresó después de la reconquista y se unió a las fuerzas que organizaba Liniers. Fue nombrado sargento mayor del Regimiento de Patricios, a las órdenes de Cornelio Saavedra, y profundizó sus estudios de táctica militar. Tras tener conflictos con otros oficiales, Belgrano renunció al cargo de Sargento Mayor y se puso a las órdenes de Liniers. Durante el combate que tuvo lugar poco después, sirvió como ayudante de campo de una de las divisiones del ejército al mando del coronel Balviani.18​ Tras la exitosa resistencia de Buenos Aires volvió a hacerse cargo del Consulado y dejó nuevamente los estudios militares.

El carlotismo

Carlota Joaquina de Borbón.
Artículo principal: Carlotismo
Si bien en lo fáctico Manuel Belgrano fue siempre un cabal demócrata, las coyunturas históricas le forzaron a ser regalista o monárquico contra los realistas procolonialistas.
Belgrano fue el fundador en el Virreinato del Río de la Plata de la corriente llamada carlotismo.
Ante la llegada de noticias de que la metrópoli había sido ocupada por el ejército francés y el rey Fernando VII de España estaba preso en Francia, esperaba poder suplantarlo, al menos para ese Virreinato, por la infanta Carlota Joaquina —quien era la hermana del rey depuesto y, a su vez, la esposa del príncipe regente Juan VI de Portugal— y residente en esa época en Río de Janeiro como consecuencia de la invasión de los franceses.
También el marqués de Casa Pizarro, Ramón García de León y Pizarro, pensaba que esto sería positivo para el Virreinato del Río de la Plata, dadas las circunstancias de España frente al poder del rey francés José Bonaparte.19​ Mantuvo nutrida correspondencia con ella y unió a su movimiento a muchos destacados independentistas, como Castelli, Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña, Juan José Paso, Miguel Mariano de Villegas e incluso efímeramente a Saavedra.
Su idea era ganar más autonomía, y tal vez la independencia, a través de la figura de la infanta, pero la candidatura de Carlota Joaquina era muy poco adecuada para alcanzar esos objetivos: en primer lugar, la Infanta era la esposa del regente y príncipe heredero de Portugal, lo que le hubiera permitido al monarca lusitano extender sus colonias y, muy probablemente, absorber al Virreinato del Río de la Plata. Esta idea de apropiarse de las provincias rioplatenses no era nueva para Portugal, sino que fue una amenaza constante en el proceso de expansión lusitano hacia el oeste de América del Sur.
En segundo término, las ideas políticas de Carlota Joaquina eran absolutistas y jamás habría permitido que bajo su corona se instalara ninguna forma de monarquía liberal, ni de autonomía para las dependencias americanas.
El partido carlotista logró tener bastante influencia, pero nunca llegó a poner en peligro el Virreinato del Río de la Plata. A comienzos de 1810, el proyecto carlotista había fracasado, aunque el partido de Belgrano seguía funcionando como centro de conspiraciones independentistas.
Belgrano convenció al nuevo virrey, Cisneros, de editar otro periódico, el Correo de Comercio, y con la excusa de discutir sus ediciones, promovía reuniones en las que se planeaban las acciones de su grupo político. Su nombre público era la Sociedad Patriótica, Literaria y Económica.
Apoyó la apertura al comercio internacional del puerto de Buenos Aires, que fue ordenada por el virrey Cisneros, en parte presionado por la famosa Representación de los Hacendados, escrita por Mariano Moreno, pero aparentemente basada en las ideas de Belgrano.20​ 21​
En abril de 1810 renunció a su cargo en el Consulado.
La Revolución de Mayo y la Primera Junta de Gobierno
A principios de mayo de 1810 Belgrano fue uno de los principales dirigentes de la insurrección que se transformó en la Revolución de Mayo. En ésta su actuación fue central, tanto personalmente como en su rol de jefe del carlotismo. Participó en el cabildo abierto del 22 de mayo y votó por el reemplazo del Virrey por una Junta, que fue la propuesta vencedora. El 25 de mayo fue elegido vocal de la Primera Junta de Gobierno, embrión del primer gobierno patrio argentino, junto con otros dos carlotistas: Castelli y Paso.
Continuó dirigiendo y editando el Correo de Comercio, en el cual expresó:
Que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es sólo para los ricos.
Belgrano era el miembro de la Junta con más experiencia política, y el más relacionado: la mayor parte de los funcionarios nombrados por el nuevo gobierno lo fueron por consejo suyo. Dirigió por un corto período el ex partido carlotista, pero rápidamente el control del grupo —y en cierta medida del gobierno— pasó a Mariano Moreno.
Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella
Manuel Belgrano
Expedición militar a la provincia del Paraguay
Artículo principal: Expedición de Belgrano al Paraguay
Aunque no era militar profesional, la Primera Junta nombró a Belgrano al mando de la expedición militar a la provincia del Paraguay. Dice al respecto en su autobiografía escrita en 1814:
Me hallaba de vocal de la Junta Provisoria cuando en el mes de agosto de 1810, se determinó mandar una expedición al Paraguay. La Junta puso las miras en mí para mandarme con la expedición auxiliadora, como representante y general en jefe de ella; admití porque no se creyese que repugnaba los riesgos, que sólo quería disfrutar de la Capital, y también porque entreveía una semilla de desunión entre los vocales mismos, que yo no podía atajar, y deseaba hallarme en un servicio activo, sin embargo de que mis conocimientos militares eran muy cortos.
En sus campañas militares llamó la atención su frugalidad y su modo de vida, equiparable al de un soldado raso.
Incorporó a su ejército a algunos paraguayos, tanto por su capacidad como por sus contactos: los hermanos José y Ramón Espínola, hijos de José Espínola y Peña, el «viviente más odiado por los paraguayos», ambos en calidad de edecanes; a José Ildefonso Machain, militar que había luchado en España contra Napoleón e importante familia en Asunción, como segundo suyo; y al capitán de artillería Bonifacio Ramos que había actuado durante las invasiones inglesas.


Litografía de Manuel Belgrano.

Luego de cruzar el río Paraná a la altura de Candelaria y ocupar el puesto de observación de Campichuelo avanzó hacia Asunción pero fue detenido y derrotado el 19 de enero de 1811 en Paraguarí. En su retirada intentó sostenerse en el río Tacuarí donde libró la Batalla de Tacuarí el 9 de marzo de 1811 donde fue nuevamente derrotado. Luego de capitular se retiró hacia Candelaria dando por terminada la expedición militar al Paraguay. Independientemente de esta derrota, el 7 de marzo, en Buenos Aires, la Junta ya había determinado que debía dar por finalizada la campaña en la provincia del Paraguay, repasar el río Paraná y dirigirse al sur, al Arroyo de la China.
En el posterior intercambio de notas con Manuel Atanasio Cabañas, Belgrano no logró convencerlo de la necesidad de que la provincia del Paraguay "se una y guarde el orden de dependencia [de Buenos Aires] determinado por la voluntad soberana [de Fernando VII]".23​ No obstante, según varios autores, Belgrano habría logrado influir efectiva y eficazmente en la emancipación de dicho territorio, preparando el terreno ideológico para la Revolución de mayo de 1811, que llevaría a la Independencia del Paraguay.24​25​ Esta supuesta influencia ha sido cuestionada por otros historiadores, tanto argentinos como paraguayos; entre los primeros, Vicente Fidel López escribió: «Nosotros no podemos participar de la entusiasta leyenda con que se ha atribuido la revolución del Paraguay a las conferencias del general Belgrano con Cabañas y con los hermanos Yegros»;26​ por su parte, el paraguayo Blas Garay afirmó que «Las ideas revolucionarias tenían ya abierto camino y constituían materia de desazones para el gobierno [de Velasco] mucho antes que Belgrano se comunicara con los oficiales paraguayos».

Juicio a Belgrano

Producida la Revolución del 5 y 6 de abril de 1811, que permitió al sector moderado saavedrista asegurar el control de la Junta Grande de gobierno eliminando a la minoría radical morenista, una multitud proveniente de los arrabales y zonas rurales inmediatas y tropas de los cuarteles convenientemente convocadas, presentó al Cabildo, el mismo 6 de abril, un petitorio dirigido a la Junta donde exigían, en la "proposición" número trece:
usted inmediatamente de todo.36​
El sumario fue formado por la Comisión Directiva encargada del arreglo del Alto Perú, y nombrada con acuerdo de la Asamblea: la componían José Francisco Ugarteche, Antonio Álvarez Jonte y Justo José Núñez, Secretario.
La Comisión empezó a actuar en Tucumán, el 12 de enero de 1814, pidiendo informes a Díaz Vélez y Perdriel, y ordenando se tomaran declaraciones a los oficiales que se hallaban presentes.
La Comisión Directiva, el 23 de febrero de 1814, dijo que no activó mucho el sumario por la desmoralización que resultaba de procesar a un General en el mando, haciendo deponer contra él a sus subalternos, que tal vez se retraerían.
Ocurrió además haberse significado el Brigadier Belgrano con el General San Martín, que siendo tan precisa y urgente la reorganización del Ejército, que debían retardarla, con perjuicio de la causa.37​
En enero Belgrano debió dejar el mando del Ejército del Norte al coronel José de San Martín, quien había sido uno de los jefes de la revolución del 8 de octubre de 1812 que había depuesto al Primer Triunvirato.
En la Posta de Yatasto Belgrano entregó la jefatura del nuevamente derrotado Ejército del Norte a San Martín y a los pocos días regresó a Buenos Aires, seriamente enfermo por afecciones contraídas durante sus extensas campañas militares, probablemente paludismo y tripanosomiasis.
Pese a encontrarse con un ejército material y anímicamente diezmado, San Martín reconoció en todo momento la gran labor libertadora desempeñada por Belgrano al frente de las terribles campañas del Alto Perú, profesándole en todo momento un gran respeto y admiración.
Su fracaso en esta campaña ha sido considerado como determinante de la posterior separación de Bolivia de Argentina.

Diplomacia en Europa

Manuel Belgrano.
Belgrano fue enviado por el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Antonio de Posadas, como diplomático a Europa. Entre 1814 y 1815 viajó, con riesgo para su vida, tanto por estar enfermo como por ser considerado un súbdito rebelde, al Viejo Mundo para negociar el reconocimiento de la independencia ante las potencias europeas, aunque sin obtener resultados.
Fue enviado junto con Rivadavia a Londres, para negociar con el gobierno inglés y con el rey de España, Fernando VII. No es seguro qué actitud debían tomar respecto de éste, si conseguir la independencia o reconocerlo como monarca constitucional. Rivadavia llevaba instrucciones secretas que Belgrano no conocía: negociar preferentemente con Londres y ofrecer la corona del Reino del Río de la Plata a un príncipe español o inglés. De paso por Río de Janeiro, se entrevistaron con lord Strangford, el embajador inglés. También estaba en esa ciudad Manuel José García, enviado por el Director Supremo Carlos María de Alvear para negociar otras opciones; entre ellas, la incorporación a Inglaterra como colonia.
Llegados a Londres, no lograron entrevistarse con el canciller Robert Stewart, vizconde de Castlereagh. Temiendo quedar aislados, intentaron coronar al príncipe Francisco de Paula de Borbón, un hermano de Fernando VII, con la colaboración del exrey Carlos IV de España. Incluso Belgrano redactó un proyecto de constitución, casi copiada de la inglesa, con su cámara de Nobles, de Comunes, y su nobleza.39​

Durante su viaje como diplomático observó la hostilidad de casi todos los gobiernos europeos de entonces hacia las repúblicas y las democracias ya que la restauración absolutista de la Santa Alianza se había impuesto en Europa. Por ello, a su regreso de la misión diplomática en Europa, a mediados de 1815 volvió a proponer, esta vez con el apoyo de San Martín, un gobierno regalista pero, a diferencia del absolutismo europeo bregó por una monarquía constitucional. Esta posición política no fue aceptada por los partidarios independentistas republicanos.

La guerra civil en el Litoral
Belgrano retornó a Buenos Aires y se puso en contacto con el nuevo Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Ignacio Álvarez Thomas, con quien estaba emparentado tanto familiar como políticamente.40​

Debido al fracaso de Juan José Viamonte, que había sido enviado previamente contra los federales de la tenencia de gobierno de Santa Fe, que se oponían a la dependencia de Buenos Aires, y que había terminado preso en el campamento del caudillo de la Banda Oriental José Gervasio Artigas; Álvarez Thomas decidió enviar a Santa Fe a un contingente comandado por Eustoquio Díaz Vélez y al Ejército del Norte, que estaba bajo la conducción del general Belgrano.

Belgrano reemplazó a Viamonte y envió a a su segundo, Eustoquio Díaz Vélez, el mismo que había sido su segundo en Tucumán, Salta, Vilcapugio y Ayohuma, a exigir rendición a los santafesinos, pero éste —"para cortar de raíz la cruenta guerra civil"— firmó el Pacto de Santo Tomé, el 9 de abril de 1816, con Cosme Maciel, comandante de la fuerza de mar de Santa Fe y representante del gobernador Mariano Vera. Por este tratado se depuso a Belgrano como jefe del ejército, colocándose a Díaz Vélez en su lugar. Esta rebelión de Díaz Vélez provocó la caída del director Ignacio Álvarez Thomas. Se acordó que la paz definitiva debía de ser ratificada entre ambos gobiernos y ser también aceptada por José Gervasio Artigas.

El caudillo Artigas se opuso a la firma del acuerdo de paz definitivo que fue finalmente dejado de lado por el nuevo Director Supremo, Antonio González Balcarce, y por el Congreso de Tucumán. Esta negativa tuvo como consecuencia que la Liga de los Pueblos Libres no envió diputados al Congreso de Tucumán ni participó de la Declaración de independencia de la Argentina.41​

El Congreso de Tucumán, los intentos monárquicos y la declaración de la independencia

Registros del Cementerio de la Recoleta sobre el entierro de Juan Bautista Túpac Amaru, Inca que Belgrano intentó coronar como rey de las independizadas Provincias Unidas de Sudamérica.
Ante los hechos consumados de su época determinados por el absolutismo de la Santa Alianza, Belgrano consideró que lo conveniente era preservar a la región del Plata a través de la declaración de su independencia y del establecimiento de un modo de gobierno monárquico moderado que pudiera ser reconocido por la mayoría de las potencias europeas.

Del mismo modo suponía que tal tipo de gobierno regalista mantendría, como ocurría con Brasil, unificada a la enorme extensión territorial de las provincias liberadas, que habían integrado el antiguo virreinato rioplatense y que se encontraban habitadas por diversos pueblos que estaban secularmente en conflicto.42​13​

El 6 de julio de 1816, Belgrano expuso ante los diputados del Congreso de Tucumán, en dos reuniones, una propuesta de instaurar una monarquía casi nominal que ofrecía el trono a los descendientes de los Incas. Según este Plan del Inca43​ muy probablemente proyectó que el título correspondiera a Juan Bautista Túpac Amaru, único hermano sobreviviente conocido del inca Túpac Amaru II,44​ y un gobierno efectivo de tipo parlamentario, con el objeto de lograr el pronto reconocimiento a nivel internacional de la independencia argentina.

Su propuesta de implantar una monarquía inca parlamentaria fue ridiculizada por sus contemporáneos que apoyaban la formación de una república. Sin embargo, obedecía a un inteligente cálculo por parte de Belgrano: la oferta de la corona a los Incas buscaba atraer la adhesión de parte de las poblaciones incas de las actuales zonas andinas de Bolivia, Perú y Ecuador al movimiento emancipatorio que se gestaba desde Argentina.

Fue, con San Martín y Bernardo de Monteagudo, uno de los principales promotores de la Declaración de la independencia de las Provincias Unidas en Sud América, en San Miguel de Tucumán, el 9 de julio de 1816.

Nuevamente general en jefe del Ejército del Norte
En agosto de 1816 Belgrano se hizo cargo nuevamente del Ejército del Norte; pero no pudo organizar una cuarta expedición al Alto Perú, como era su sueño. Sólo alcanzó a enviar al teniente coronel Gregorio Aráoz de Lamadrid en una campaña menor, en marzo de 1817, hasta las cercanías de Tarija. Pero Lamadrid, después de una pequeña victoria, y con apenas 400 hombres, atacó Chuquisaca por sorpresa. Fue derrotado y tuvo que huir por la sierra y la selva, volviendo a Tucumán por el camino de Orán.45​

La nueva guerra civil en el norte y en el Litoral
También en 1817, por orden del Congreso de Tucumán, Belgrano envió a sus mejores tropas a aplastar la revolución federal de Santiago del Estero, acaudillada por Juan Francisco Borges, quien fue capturado por Aráoz de Lamadrid. Al saber de la prisión de Borges, Belgrano —que originalmente había ordenado su fusilamiento— le indultó pero Lamadrid ya había fusilado a su rival santiagueño.

El Ejército del Norte pasó un año acantonado en la rústica fortaleza de La Ciudadela, a un par de kilómetros al sudoeste de la Plaza Mayor de la ciudad de San Miguel de Tucumán, sin recursos para seguir la guerra, y tratando de contrarrestar los posibles contraataques de los realistas.

Se le ordenó repetidas veces utilizar divisiones del Ejército del Norte contra los federales de Santa Fe. De modo que se trasladó a la Villa de Ranchos, en Córdoba, y envió contra el caudillo de Santa Fe Estanislao López al coronel cordobés Juan Bautista Bustos, que no logró doblegar la resistencia del santafesino.46​ Si bien no combatió personalmente a los federales continuamente se quejaba a las autoridades nacionales de la inutilidad de esa guerra y advertía al gobierno que la población de las provincias estaban descontentas del centralismo:

"Hay mucha equivocación en los conceptos: no existe tal facilidad de concluir esta guerra; si los autores de ella no quieren concluirla, no se acabará jamás... El ejército que mando no puede acabarla, es un imposible. Su único fin debe ser por un avenimiento... o veremos transformarse el país en puros salvajes..."47​

A mediados de 1819, cuando estaba ya muy enfermo, el general José Rondeau, nuevo Director Supremo, ordenó que tanto el Ejército del Norte como el Ejército de los Andes, comandado por San Martín, abandonaran la lucha contra los realistas para aplastar las rebeldías provinciales. San Martín sencillamente ignoró la orden, mientras Belgrano obedeció a medias: ordenó a sus tropas iniciar la marcha hacia el sur, pero pidió licencia por enfermedad y delegó el mando en su segundo, Francisco Fernández de la Cruz.

Se instaló en Tucumán, pero a poco de llegar fue sorprendido por un motín en esa provincia, que llevó al gobierno a su viejo conocido Bernabé Aráoz, y terminó con el general en prisión. Su médico particular, el escocés Joseph Redhead —a quien había conocido después de la batalla de Tucumán y que lo había acompañado desde entonces— tuvo que interceder por él para que no fuera encadenado. Fue también él quien preparó su viaje a Buenos Aires.48​

La provincia de Tucumán negó su obediencia al Directorio. Dos meses más tarde, también el Ejército del Norte se negó a apoyar al gobierno central contra los federales: al llegar a Santa Fe, el general Bustos dirigió el llamado motín de Arequito, y el Ejército del Norte fue disuelto.47​

Su muerte

Wikisource alberga como Documento histórico el:
Testamento de Manuel Belgrano
Belgrano llegó a Buenos Aires en plena Anarquía del Año XX, ya seriamente enfermo de hidropesía. Esta misma enfermedad lo llevó a la muerte, el 20 de junio de 1820.
En su lecho final fue examinado por el médico escocés Joseph Redhead, que lo atendió en su casa; al no poder pagarle por sus servicios, pues en ese momento estaba sumido en la pobreza, Belgrano quiso darle un reloj como pago, ante la negativa del galeno a cobrarle, Belgrano tomó su mano y puso el reloj dentro de ella, agradeciéndole por sus servicios. Se trataba de un reloj de bolsillo con cadena, de oro y esmalte, que el rey Jorge III de Inglaterra había obsequiado a Belgrano.
Una de sus últimas frases fue de esperanza, a pesar de los malos momentos que pasaban tanto él como su patria:
… sólo me consuela el convencimiento en que estoy, de quien siendo nuestra revolución obra de Dios, él es quien la ha de llevar hasta su fin, manifestándonos que toda nuestra gratitud la debemos convertir a su Divina Majestad y de ningún modo a hombre alguno.

Murió en la pobreza a pesar de que su familia había sido una de las más acaudaladas del Río de La Plata antes de que Belgrano se comprometiera con la causa de la independencia.
El mismo día de su muerte es recordado como el Día de los tres gobernadores pues se desataba una crisis política en el gobierno ejecutivo de la provincia. Esto ayudó a que su fallecimiento pasara casi inadvertido. El único diario que publicó la noticia fue "El Despertador Teofilantrópico", que era redactado por el fraile franciscano Francisco de Paula Castañeda.50​51​

Belgrano y la educación

Busto entronizado en la Escuela N.º 67 Juan E. Pestalozzi, de Rosario, Argentina. Escultor Erminio Blotta
Belgrano fue uno de los próceres argentinos que más énfasis puso en impulsar la educación.
Durante su estadía en España había elaborado un plan de acción, que en total abarcaba seis puntos. Uno de ellos estaba dedicado a la educación:
Antiguamente se halló en la política la máxima siguiente: ´Es bueno, mantener la gran masa del pueblo en la ignorancia, idea que aunque no fuera indigna del hombre, se opone directamente al verdadero interés del Soberano. (...) Ése es uno de los objetivos más importantes del gobierno. Vasallos dichosos y Soberano poderoso, son los resultados del estado actual de las escuelas públicas, y de la educación lugareña, que después de mil ensayos, se han establecido en varias provincias de Alemania, Suecia, Inglaterra, etc. (...) Por este medio se logran en la gran masa de una nación costumbres sanas.56​


Numismática

La estatua ecuestre de Manuel Belgrano que lo homenajea en la Plaza de Mayo, Buenos Aires, desde 1873.
Belgrano fue retratado en un importante número de billetes de la historia numismática de Argentina. Figuró por vez primera en los Pesos Ley 18 188, en los billetes de uno, cinco y diez pesos. En el Peso argentino se le reservó el billete de 10 000. Para los billetes del Austral se eligió la serie de Presidentes de la Nación Argentina, un conjunto de próceres que no incluía a Belgrano, aunque los billetes de 10 000 pesos argentinos fueron resellados para circular como billetes de 10 australes. El Peso convertible incluye a Belgrano en los billetes de 10 pesos, las series de 1997 y 2002 sólo modificaron detalles menores.


Cinematografía

Se han realizado varias películas sobre Belgrano; la primera se llamó "Bajo el signo de la Patria" (director René Mugica, 1971) en la que Ignacio Quirós protagonizó al prócer, y que narraba la vida de Belgrano desde que tomó el mando del ejército del norte hasta que triunfó en la batalla de Salta.72​ El cineasta Sebastián Pivotto filmó una película de Manuel Belgrano producida por Juan José Campanella como parte de la celebración del Bicentenario de Argentina. El papel de Belgrano lo interpretó el actor Pablo Rago y la actriz Valeria Bertuccelli, a Josefa Ezcurra. Se basó en los diez últimos años de vida del prócer.


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